sábado, 13 de febrero de 2010

¿Y la urbanidad?

Esta mañana, luego de mi clase de inglés, tuve que tomar un colectivo para regresar a mi casa.
Había mucha gente esperando en una larga cola y otra tanta ya dentro del ómnibus .Los asientos estaban todos ocupados y varios ya iban parados.
No sé por qué será, pero me encanta ver las situaciones que se desarrollan en los colectivos: las caras de la gente (¡Dios, que caras! ¿Se han fijado?), lo que hablan en voz alta, (Uno se entera de cada cosa…!) los comportamientos y las distintas clases de individuos que utilizan el servicio público de transporte.
En esta ocasión, al pagar mi boleto y subir, me tuve que quedar de pie, al igual que otras tantas personas.

El calor, el apretujamiento y la falta de aire puro convierten el viaje en colectivo en una experiencia sumamente especial y aterradora, pero bueno, eso es aparte.
Una señora que subió una parada después, con dos chicos y cargada con una bolsa, recorrió todo el pasillo exclamando en voz alta:
–¡Pero qué mal educados son todos! ¡Acá nadie te da el asiento!
Yo la miré y por dentro pensé: “Y… ¿qué más se puede esperar? No todos están dispuestos a renunciar a su comodidad”.
¿Alguien se movió? No, obvio. Hicieron oídos sordos y siguieron mirando por la ventanilla o escribiendo ese mensajito de texto.
Finalmente, la mujer consiguió un lugar al final de todo. ¿Qué hizo? Sentó a los dos chicos y ella se quedó parada. Si, como acostumbran a hacer ahora… resulta que últimamente en los colectivos las señoras mayores y las embarazadas van paradas pero los nenes de tres y cuatro años van cómodamente sentados… ¿Absurdo, no?
A veces, en estas situaciones, uno se pregunta qué es lo más cuestionable…

Verónica

4 comentarios:

  1. Levantarse para ceder un sitio en un autobús se ha convertido en un hecho excepcional, tan excepcional que los demás viajeros miran al amable cedente con cara de sorpresa y con algo de rencor, pues pone en evidencia su propia iniquidad. Me quedo con la frase de Kant: “ La amabilidad es la belleza de la virtud”. En un autobús o en cualquier lugar, ser amable no cuesta nada y hace la vida algo más hermosa.

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  2. Estimada veronica, gracias por tu visita y aporte al blog, tus comentarios y apreciaciones en tu blog son bien interesantes y de gran tino y precision. adelante en tan magna obra. un abrazo kadosh. G.A.

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  3. Holas Veronica dando vueltas llegue a tu blogs...es muy cierto lo q comentas...el viaje en colectivos es una experiencia especial...recuerdo q ante siba imaginando los nombres de las personas y obviamente siempre me enteraba de las conversaciones de los demas...y es cierto tambien alguans cosas deberiamos cambiar...Kariños
    David.V.

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  4. Nada es absurdo después que El Innombrable hubo hecho su tarea de deterioro de los valores.
    Yo conocí otra época. Mi madre, sin más, si íbamos sentados ambos y aparecía una señora (embarazada o no), cuando era muy pequeño me sentaba sobre su falda. Después, hacía que le dejara el asiento y, de paso, me enseñaba de qué iba la caballerosidad.
    Pero claro, si esa mujer que describiste -que puedo identificar a diario en tantas otras de similar comportamiento-, hizo eso... ¿quién le va a dar el asiento?
    El precio que te ha tocado pagar por esta época en la que vivís, no te lo envidio. Lo siento por vos.

    El Profesor
    PD: Por ventura, Loli tuvo la posibilidad de conocer -aunque más no sea por poco tiempo-, la otra cara de la realidad.

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