lunes, 22 de febrero de 2010

Cuestión de horario

He observado que muchas veces, la gente critica a los gobernantes o a los que están por encima y que por su titulo deberían ser capaces de mejorar las cosas, sin embargo, he descubierto que entre los ciudadanos también existen costumbres reprochables y que nada tienen que ver con los de arriba.
A veces me pregunto por qué la gente no puede cumplir con los horarios que fija o que promete. Por ejemplo… si alguien me dice que va a estar a las 11:00, ¿Por qué llega a las 11:45 y para colmo, de lo más tranquilo y sin siquiera pedir disculpas? ¿Por qué no se molestan ni en avisar que están retrasados, que no van a poder llegar a horario o que el colectivo se quedó? ¿Por qué tanta desconsideración y falta de respeto? Porque dejar plantado a alguien esperando por más de diez minutos es una falta de respeto por el tiempo del otro.

¡Es tan común que los argentinos no lleguen a la hora que dicen! Parece ser que la regla siempre es llegar tarde, y la excepción, ser puntual. ¡Qué vergüenza! ¿No?
Hace poco tuve la hermosa oportunidad de viajar a Europa. Visité la capital española de Madrid, la bella ciudad de Barcelona y la hermosa capital del arte y la moda: París.
En cada uno de esos lugares, las personas se amoldan a los horarios fijados y nadie piensa en llegar siquiera dos minutos tarde. En otras ciudades de Europa igual: si los trenes o colectivos tienen impreso en el pasaje como horario de partida a las 9:00 a.m. salen a las 9:00 a.m en punto. Ni un minuto más, ni un minuto menos. En cambio acá, nos hemos acostumbrado que siempre de la hora que dice en un pasaje o en boleto de teatro o recital, es una media hora más tarde. ¿No es absurdo que los colectivos de larga distancia tengan que viajar con demoras por tener que esperar a los pasajeros que por dormidos, distraídos o lo que sea, no son capaces de estar atentos a los horarios de salida? ¿No es más que injusto para los que subimos a tiempo y estamos esperando?
Creo que uno de los motivos por lo que nuestro país y su gente está en la situación actual, es por esa costumbre generalizada de no respetar los tiempos del otro.
¿Qué no tiene nada que ver? ¡Sí que tiene que ver! Los grandes países son los que cuidan los pequeños detalles y los que son justos con todos en la medida de lo que se puede. Los grandes países son los que respetan los compromisos asumidos.

Verónica

3 comentarios:

  1. “La única manera de ser perfectamente puntual es llegar antes” (Sherlock Holmes)

    No entraré a juzgar a los parisinos, pero respecto a los madrileños creo que los has idealizado... se parecen más a tus compatriotas que a los franceses.
    Aquí los diez minutos de retraso no los quita nadie, y eso con suerte; respecto a la administración tenemos el dicho de: “ Los funcionarios son los únicos animales que viajan en el tiempo: salen de trabajar a las tres y están comiendo a las dos y media.”
    Llegar tarde es una falta de respeto, pero desgraciadamente el respeto hace mucho que está en "busca y captura", al menos en esta parte de Europa... y así nos va....

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  2. Hola estimada Veronica. gracias por dejar tu buella en el ciber espacio. En lo posible te seguire a través del blog. ni modo, verdad.. En el colage de presentacion de tu blog faltan grande fotografias de la belleza natural venezolana. te recomiendo nuestras playas y la gran sabana. tu blog es super. adelante en tan lindo trabajo. kadosh. besos

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  3. Sin ningún ánimo de compromiso te diré que es importante la puntualidad como todos lo sabemos, aún los infractores, pero en América del Sur tenemos malas costumbres, unos con la inpuntualidad, otros en demás asuntos que muchas veces ya son vicios.
    La falta de respeto al derecho ajeno es el mayor mal de los latinos, lamentable, eso da pie a la consecuencia que es la corrupción, plaga en toda la zona de nuestro continente.
    Te felicito por tu blog, las fotos son fabulosas y de buena resolución, su belleza es admirable.
    Un saludo para tí y para tu pueblo.
    Espero que algún día los latinos seamos diferentes en costumbres defastas.
    César Ignacio.

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