sábado, 30 de enero de 2010

Argentinos... (Primera parte)

Los argentinos son personas cálidas, amigables y de buen sentido del humor.
Los argentinos son los que siempre tienen un motivo para quejarse, para manifestarse en las calles, para hacer huelgas multitudinarias cortando importantes avenidas, complicando el tránsito y generando grandes dosis de mal humor.

Los argentinos son los que respetan poco las normas de tránsito, hablan por celular mientras conducen (a pesar de que saben que está prohibido), se lanzan con el coche apenas cambia el semáforo sin importarles si hay alguien cruzando, conducen alcoholizados y como consecuencia, logran batir el récord de muertes al volante y en accidentes de tránsito.
Los argentinos son los que descreen de muchas cosas, incluidas las cifras del INDEC y el valor de la deuda externa, pero no dudan de lo que dice alguien que aparece en las revistas de moda o en la pantalla, conduciendo un programa de TV con gran “raiting” (e incluso son capaces de repetir y tomar como propia la opinión de algún famoso, por más absurda y carente de lógica que ésta sea).
Los argentinos son los que dejan todo para último momento: el trabajo que deben entregar al día siguiente, la tarea que deben presentar esa misma tarde e incluso pagan atrasadas las cuentas que ya vencieron hace como una semana. También aprovechan y hacen sus compras navideñas el 24 a la mañana… ¡Y encima protestan de la cantidad de gente que hay en todos lados!
Los argentinos son los que se quejan si alguien no cumple un compromiso asumido o si no se respetan los tiempos, pero ellos mismos viven sin horarios: llegan tarde a todas partes, hacen esperar al otro y jamás cumplen cuando prometen: “Si, si, mañana te llamo”.
Los argentinos son los que reclaman por la suciedad de las calles y de los espacios públicos pero son los mismos que dejan el vaso de gaseosa y el cartón de pochocho tirados cuando salen del cine.
Los argentinos son los que viven quejándose de la falta de dinero y de lo poco que rinde el sueldo, pero en sus casas nunca falta la notebook (además de la compu), el último celular de moda y la TV pantalla plana.
Los argentinos son los que aman juntarse con amigos, comer asados, beber cerveza y charlar hasta altas horas de la noche.
Los argentinos son los que para llamarte te dicen: “Eh, flaco!”, los que usan a menudo el “che”, los dueños exclusivos del “vos” y los inventores de tantas palabras que ni por asomo figuran en los diccionarios. Son los que en cada frase meten alguna mala palabra, por costumbre, nomás…

Verónica

jueves, 21 de enero de 2010

Esos obreros...

Hoy es el día de tocar un tema bastante delicado. Escena típica de la ciudad: que una mujer o señorita pase por el frente de una obra en construcción y que escuche de boca de hombres con casco, llenos de tierra y polvo y con unas cuantas gotas de sudor en la frente: “Ay, mamita… mi amor… que linda que sos, mi vida” además de silbidos y abucheos de los que no dicen nada.
Si, señores y señoras: los obreros de la construcción (junto con los camioneros y los que van montados en el carro tirado por caballos) representan un recurrente y serio problema para las mujeres argentinas. Las que no se cruzan al frente, cambian de rumbo o se bajan a la calle para hacerse las desentendidas. O algunas, como yo, pasan con los auriculares puestos escuchando música a un volumen moderado pero que no permite escuchar lo que sucede fuera. (“si me dijiste algo no sé que fue porque no te escuché”)

A veces me pregunto por qué será que los laboriosos albañiles tienen como hobby, entre ladrillo y ladrillo, mirar a las mujeres que pasan por la calle y vociferarle cosas que van desde simples piropos hasta frases que rayan en la indecencia. Lo más absurdo de todo es que a veces les gritan desde el noveno piso cuando ni siquiera las pueden ver. (¿Cómo te das cuenta que es linda si desde ahí no ves más que un borrón negro que se mueve???)
Cuando me toca vivir una de estas incómodas situaciones (o tener que pasar por un nutrido grupo de seres masculinos que están tomando su desayuno en la calle luego de un trabajo arduo) lo que mejor me sale es poner cara de poker y apurar el paso mientras por dentro pienso: “Qué te pasa? ¿Qué me mirás? Por más que me digas eso no te pienso dar bola…”
Porque lo peor del caso es que no son señores de lo más elegantes. No. En la mayoría de los casos lucen su casco plástico color amarillo, jeans rotos, camisa sudada y zapatos manchados. ¿Cómo pretenden que alguien los mire en ese estado?
Mi duda existencial con respecto al tema es: ¿Todos los babosos se hacen obreros o todos los obreros se hacen babosos?

Verónica

lunes, 18 de enero de 2010

Hablemos de nosotros

Hablemos de nosotros. ¿de “nosotros”, quiénes? De nosotros, los argentinos, los habitantes de este país tan lindo geográfica y culturalmente pero con grandes problemas a nivel social, económico, político y educativo.
Resulta particularmente interesante ponernos a pensar en nuestras costumbres, en nuestras experiencias diarias, en nuestros conflictos, en nuestras vivencias como sociedad…
Pocos se ocupan de mirar hacia adentro, de buscar las causas a las dificultades en las que hoy nos encontramos, de tratar de encontrar la falla por la cual hoy estamos como estamos.
A veces me parece que se vive el día a día como se puede y como se quiere y no se piensa demasiado en el mañana y en las posibles consecuencias de nuestros actos de hoy.
¡Tenemos cosas tan típicas los argentinos! ¡Somos tan fáciles de reconocer! Somos los que nos distinguimos por nuestra tonada según donde vivamos, los que nos reímos a carcajadas, los que hacemos chistes en los lugares más inadecuados, los que pocas veces respetamos horarios, los que no podemos estar sin el mate y los amigos…
A pesar de que tenemos muchas cosas positivas, sin darnos cuenta, caemos una y otra vez en los mismos errores y no somos conscientes de que nuestros actos ayudan a configurar la situación actual y que de una forma u otra, nos perjudica a todos.
No nos damos cuenta que todos aportamos nuestro “granito de arena” para formar este país que somos hoy.
Pretendo que este espacio sirva para reflexionar acerca de la realidad que hoy nos toca vivir a todos los habitantes de este país y, en la medida que se pueda, intentar modificar y mejorar algunas cosas. ¡Tanta falta nos hace!

Verónica